Era un día de verano como otro cualquiera. Yo había quedado con Maia a las ocho en punto. Ella llegó puntualmente. Nos fuimos a Santapola , dónde cogeríamos un barco para ir a Tabarca.
En el barco lo pasamos genial, porque debajo tenía unas ventanas y podías ver el fondo del mar.
Una vez en Tabarca fuimos a ver un documental sobre la evolución del lugar, me quedé muy sorprendida al ver cuánto había cambiado. Estuvimos viendo un poco las casas y paseando por allí.
Comimos en unas rocas junto al mar. Ni Maia ni yo llevábamos bañador,pero no nos importó,nos remangamos el pantalóny nos metimos lentamente al agua.
Como allí estábamos tan aburridas decidimos ir a ver un poco el campo,se nos echó el tiempo encima, ya había pasado una hora desde que nos fuimos. Volvimos al sitio donde habíamos estado comiendo pero nuestros padres ya no estaban allí. Volvimos al campo para ver si los encontrábamos,pero no hubo suerte, no estaban por ninguna parte, era tarde y el barco saldría en media hora. Decidimos ir a buscar ayuda. Estuvimos con u na señora que era guardia de seguridad y nos dejó su teléfono para llamar a nuestros padres, por suerte respondieron y llegamos a tiempo al barco.