La cazadora azul


    
Hoy en Venecia ha sido un día muy importante, porque han donado a nuestro museo una valiosa joya, valorada en 50 millones de euros. Cuando llegué a mi casa, encendí la televisión y pude contemplar aquella maravillosa joya, que por primera vez se trasladaba aquí, a Venecia, al museo que supuestamente cumple todos los requisitos para guardarla. Al día siguiente fui a mi trabajo como todos los días, que curiosamente era en el museo donde permanecía aquella joya.
Al llegar contemplé atentamente a mis compañeros, y allí estaba él, Stephano, un joven alto y delgado.
Él no lo sabía, pero desde hacía un tiempo me fijaba en él. Todos parecían felices, excepto Lucas que se preocupaba demasiado por la protección del diamante que ahora teníamos en nuestro poder.
Llegó el anochecer y me tocó hacer el turno de noche. Me quedé con Stephano y Lucas. Me debieron echar algo en la comida, porque inmediatamente caí en un profundo sueño. Al despertar el diamante no estaba y el ladrón había dejado una cazadora azul a cambio del diamante.
Stephano me invitó a su casa a cenar, a lo que yo acepté entusiasmada, y cuando entré, encontré tendida en el sofá la misma cazadora azul que el ladrón había dejado a cambio del diamante. Y entonces me hice la pregunta, ¿Stephano es un ladrón?, para mi suerte no podría ser esa la cazadora del ladrón puesto que la estaban  examinando en el laboratorio.
La cena fue fantástica y quedamos para otro día. A la mañana siguiente fui contenta a trabajar, a pesar de que Stephano podría ser un ladrón. Al llegar vi que se llevaban esposado a Lucas, cosa que me extrañó mucho. Según dicen las cámaras lo habían grabado devolviendo el diamante tras arrepentirse. Me sentí tranquila y satisfecha al oír aquello, porque ello significaba que Stephano era totalmente inocente.
Después de unos años  se convirtió en una anécdota que todavía sigo contando.